martes, enero 31, 2006

Instante previo


Aaaahhh.... un leve suspiro, con la mejilla pegada en el vidrio de una ventana, muy pequeña, viendo como pasan las personas. Una a una; lentamente pasan... como si el sol de esa ciudad estuviera cargando las espaldas con culpas y agonías, todos felices caminan. Al pasar el tiempo, la luz del cielo decae dejando pasar la noche, la mejilla se despega del sucio vidrio. Se dislumbra la imagen de una mujer en el espejo, tiene claras marcas de llanto, pero se sacude el pelo casi de manera feliz, quizás mintiendo. Se dirige a la cama, se recuesta y duerme, profunda y perdida, quizás es alivio, no lo se, pero luce calmada.

Pasan horas y un impertinente celular suena, mientras que el salto de ese cuerpo lánguido y tendido se incorpora al susto del sonido en la nada. Contesta. Prende la luz. Aun el sueño la embarga, pero casi sin querer se levanta.

El espejo refleja nuevamente su pálido rostro. ¿Ahora porque lloras?

En el baño, confunde su rostro con agua fresca, incorporándola a la vida. Se seca y comienza a maquillarse, se pregunta algo, no lo entiendo bien, su rostro me confunde y no me deja descifrarla, pero me calma el hecho de que prenda la radio y comience a bailar... ¿quien te entiende ahora, tan cambiante, tan fría y tan calida?

Llegan unas mujeres, te sacan de tu hogar. Impostora, porque haces como si nada y te llevas tu funeral en el pecho, cubres con colores el rostro, pero el dolor sigue ahí, en cada facción de tu cara, mientes. Mientes con los colores de tu ropa... tan vividos, pero tu luto es grande. Eres una payasa, te mueres por dentro, pero tu show debe continuar...

lunes, enero 16, 2006

Romántica Agonía

Para Alfonsina, la de la muerte romántica…


Todo fue rápido. Pensé que iba a demorar más, pero ni siquiera sentí cuando pasó todo. Solo fue un pequeño momento en el cual el paso de una vida a otra ni se marca por un túnel interminable, ni menos por una ascensión. Son solo idioteces, y ahora que calmadamente floto en el nuevo cuarto de vida que me propuse, todo se siente quieto. Calmado.

Solo unos cuantos peces se han fijado de mi presencia, ellos se entretienen hundiendo mí malogrado cuerpo, no por las magulladuras que pueda tener, sino por las llagas de un amor inquieto, deshonesto y traicionero que me hizo cometer esta esquizofrenia que navegaba en mí, como lo hago ahora yo en el mar. Los peces enredan mis cabellos largos con algas, coronándome como una reina desamparada y flotante, ellos retozan junto a mi, como una sinfonía anémica y paciente, que solo nada al unísono con ellos. Mi pobre ser, que podría estar dolido por una pérdida en vida, se relaja en la entrega plácida de su muerte.

Creo que ya no sufro. Ya no siento el pesar en mi alma, ni los atrevimientos locos de odio que salían sobre las hendiduras de mi pecho, lo único que me duele es ver mi hermoso vestido de brocato azul estropearse por las mareas. Mis zapatos se han despojado de mí, como lo hizo el collar de perlas que me acompaño, el único recuerdo de un trágico amor que ahogó mi ser con más dolor que mi propia muerte.

Llevo un par de días ya flotando, en profundidades que ni el hombre conoce. Fui guiada por medusas a lugares recónditos, quebrados por rayos de luz que se arrancan de la realidad a la cual pertenecen para sumergirse intrusamente en las oscuras depresiones del océano, iluminando espacios únicos e incomparables. Pero más bien sabe el destino, al cual por más que la muerte trate de burlar y no pueda, que en profundidades inexploradas siempre aguarda la imagen de aquel distinguido, marco irremediable de la triste desazón de quien arranca y choca con ese retrato, con la burla de la ira.

Escoltada por las medusas, encontré al fin, presa de corales y conchas de abandonados animales, mis bellas perlas que graciosamente colgaban de mi cuello al momento de mi inmersión, quise cogerlas para atesorarlas como recuerdo de un sufrimiento y de un tesoro, como quien guarda amargas experiencias para no ser cometidas nuevamente. Pero al tomarlas, encontré el nefasto testimonio de mi muerte notificada, una foto que me mostraba el ser y el motor de aquella caminata suicida, de mi cometido letal. No recodaba que hacia esa foto, no recordé ni como llegue aquí y por lo pronto no recuerdo como las medusas me abandonaron a la merced de un recuerdo que abría mis heridas, en un cuerpo hinchado y falto de sangre. Y de pronto golpeó mi mente, el mísero recuerdo de aquella tarde en la cual este salino y líquido elemento que me cubre por completo y que inunda mi cuerpo, se hizo presente en mi cuarto oscuro, como lagrimas derramadas una a una sobre mis mejillas, como el suave olor del mar entraba y bailaba suavemente con las cortinas blancas de la habitación, y fue ahí cuando lo vi, inquieto y constante, un océano que clamaba por mi, que prometía sosiego a mi estremecida alma. Y apretando en mis manos esa foto que ahora me evidenciaba, crucé la ancha avenida que me separaba de mi destino, secando algunas lagrimas para hacer espacio en mí a un océano, camine hacia la orilla, en la cual quise dejar mi tormentosa vida para hundirme en el acto casi sensual que me presentaba el mar, camine hacia el fondo, entregándome a mi muerte, en una bella bandeja de oro que reflejaba los últimos rayos del sol dorado que era mi único testigo. Y así fue como me hundí en este espacio, que ahora me rodeaba.

Entre estos recuerdos hinchados y blanquecinos, el dolor alejado por mi suicidio se hacia presente desde el pecho irradiando cada lugar de mi ser, dejé las perlas y la foto y comencé a arrancar, tratando de dejar atrás lo que me había seguido. Arranqué nuevamente de esa imagen, ya gastada por el mar que ahora ineludiblemente se hacia lagrimas en mi, escapé, si, escapé de ti, tratando de buscar otra muerte, otro suicidio, otro mar en el cual pudiese corroerme y vencerme, olvidándote, y entre tanto arranque y llanto, las olas comenzaron a azotarme, castigándome por el acto inconfesable de la muerte precipitada, de esa que se toma por decisión propia, ese pecado al cual el hombre puede darle forma por sus propias manos y el cual es su propio y único derecho en la vida, una a una me azotaban, cuarteando mi piel, resquebrajando cada uña, cada cabello y golpeándome, hasta llevarme a la orilla, donde todo comenzó.

Solo un par de niños que entre llantos y gritos despavoridos me recibieron, fui despojada del mar, ese mismo que me había coronado con algas que ahora colgaban sobre mí, como testimonios de un conmovedor vagabundeo por el mar. Que irónica puede ser la vida y la muerte, volví donde todo debía terminar, como obligándome a asumir mi dolor, ahora sin vida y con menos muerte que antes.

domingo, enero 15, 2006

Tomás al pie del árbol

“…las luces enceguecían su feliz calma, era pura y sincera, como la de los niños a su edad, abstraído de la realidad por aquellas luces intermitentes que destellaban desde ese gran gigante verde nacido en Navidad, el olor al plástico, el colorido de aquellas bolas deslumbrantes que colgaban como frutos de una alegre temporada, los caramelos que de a poco los niños robaban a hurtadillas. De pronto esa calma en el rostro de Tomas fue borrada por un sueño arrasante en su mente: caminos llenos de blanca nieve, cayendo lentamente desde el cielo como suave papelillos de fiestas, los árboles cargados del manto blanco de agua, las estrellas brillando como pequeños salares destellantes en el cielo y una bandada de pájaros surcando los cielos, trayendo noticias de felicidad y ensueño. La paz reinaba a su alrededor, Tomas en el árbol, como otro regalo mas a los pies de la paz del tiempo del advenimiento, echado junto a él estaba su perro, que tranquilamente dormitaba. El lugar se invadía de olores cálidos y exquisitos, propios de la navidad… de aquellas ollas y del horno, que emergían de la cocina, donde las mujeres preparaban el festín de la noche para los niños, como brujas erigiendo aquellos embrujos y hechizos junto a sus calderos burbujeantes, llenos de secretos y especies. Canela, chocolates, panes, queques, frutas, masas y otros dulces que servirían ante la expectación de todos los asistentes a la fiesta. Era increíble la sensación que daba en todo el hogar la llegada de la navidad, tanto así que....... cuando...… a la hora de…”

-¡Arrrgh, noooo, no se me ocurre nada!- gritó nuevamente y arrancó del cuaderno la hoja del cuento navideño que estaba escribiendo. Sorbió el último rincón del vaso de whisky y apresuro el poco de cigarro que quedaba para fumar otro. Volvió a servirse el mismo vaso de licor, y se sentó con las manos en la cabeza, preguntándose mil veces que cresta seguía, que podía poner, ya llevaba días tirado en su departamento, sin bañarse, sin comer y solo bebiendo, tratando de terminar ese cuento y no podía, lo peor era que debía entregarlo mañana a la revista para publicarlo, y no estaba de ánimos. Había cierto problema, cierta herida que calaba en su mente, perturbaba sus letras y hacia que el pobre Tomas se desvaneciera del mundo de las ideas. Ahora estaba tirado en su sofá, hecho un pobre inepto, un desahuciado por su creatividad y por sí mismo, y no podía comprender, ¿Quién cresta puede escribir un cuento de navidad cuando aquella mujer estaba en su mente, desnuda, pero no para él? Abrazó la pequeña almohada y lloró nuevamente, como lo había hecho todos los días, en silencio, pero con rabia. Tomo las llaves, cogió su abrigo y salio apresurado de la casa, esquivando esa mesita que cargaba imágenes, los recuerdos plasmados en papel. Cerró la puerta y pensó apresurarse hacia la nada, sin saber que había en la calle, pero al hacerlo sintió un horror espantoso en su cuerpo, subió por los pantalones hasta su pecho, miro ese pasillo oscuro que chocaba con la puerta del ascensor, sintió pánico de la calle, asco del aire fresco de la noche, que lo aguardaba en las afueras y tomo nuevamente en su mente el escrito del cuento….. “Tomas en el árbol, como otro regalo mas a los pies de la paz del tiempo del advenimiento…” pero ¿Qué era lo que Tomas esperaba? Nada, solo abrir los regalos, saciar la sed de mocoso intruso… no sé! ¿Qué mierda importa un pendejo en el árbol? ¿Qué sabe ese pendejo de la vida? ¿Acaso ha vivido algo, sabe lo que es sufrir, que sabe él del perdón? No, no sabe nada,¿Y entonces porque debo escribir esto?.... nooo, para que…..? y fue lentamente cayendo por la puerta cerrada de su departamento, dejando a Tomas en el árbol para reconstruir esa noche, esa noche de engaño y amargura, recordó cuando abrió la puerta y vio ese enorme árbol iluminado, sintiéndose parte de algo importante, sabiendo que en esa casa era feliz, era un hombre y era familia… ¡si, que seguro se sentía! y sintió la necesidad de entrar despacio, como niño en navidad que, despacito, espía los regalos del árbol. Apretó aquel bolso que traía contra su pecho, y con una sonrisa, siempre despacio, cerró la puerta, y avanzo para espiar a su preciado presente que aguardaba en su cama, que debía estar pasivamente descansando por la hora, ella no lo esperaba como siempre, ya que adelantó su llegada a la ciudad. De pronto, interrumpió el recuerdo. Era imprescindible volver donde Tomas, lo diviso en el departamento, quizás ya no estaba en el árbol, su curiosidad lo había despertado. Abrió la puerta y gateo hacia el living, tomó la botella de whisky, y bebió al seco el contenido, hizo una arcada y botó el vaho del licor puro…se tiró en ese cuchitril y miro el techo pensando en Tomas…

“…corrió hacia la cocina y abrió tan solo un poco la puerta para descubrir a las mágicas manos de aquellas mujeres que preparaban todo, batiendo, probando y creando ese dulce mundo que era para el, eso que esperó todo el año, siendo bueno en el colegio y creyó que era …”

¿Qué demonios era? ¿Qué cresta hacia Tomas ahí? ¿espiando…? Tal como lo hizo él esa noche, cuando llego a la pieza y vio la puerta cerrada, sintió murmullos y lamentos, sonidos raros y perturbadores, no quiso romper la calma o el estado de esa pieza tan de golpe, así que de a poco abrió la puerta y comenzó a espiar lo que jamás debió haber visto, a su mujer con un tipo, alguien que no era él, un intruso, un intruso en su cama, tal como Tomas en la puerta de la cocina, pero sintió que estaba mirando como su banquete era devorado por las fauces de otra alimaña. No lo pudo creer, se alejo de la puerta, con los ojos vidriosos, se paseo por el pasillo como animal enjaulado, sin saber que hacer, desesperado, enardecido por la furia , frenético y delirante hasta que escucho escapar ese clamor de placer, conocido por esos oídos.

“…Tomas, al ver como se trabajaba para aquella ocasión y en silencio, corrió hacia el mueble para arreglar la mesa donde todos podrían sentarse a deleitar tan exquisito banquete…”


y del mueble saco el arma que guardaba en un libro hueco, la cargó para dirigirse a la pieza, tirando la puerta hasta atrás, viendo la desnudez de ambos, apunto al hombre, luego bajó el arma y se acerco a él, le dio un golpe con la parte de atrás del arma en la cabeza, podría haber disparado, así de fácil, pero el odio que tenia era mas potente que la bala alojada en la recamara del arma. Se trenzó a golpes con el indómito ser obsceno que habitaba en su lecho, amando a su mujer, de pronto una de las furiosas balas se escapo del arma, dando en el espejo de la pieza, el griterío no se aguanto más, hasta que a la fuerza saco al hombre de su departamento. Cerró la puerta, había un asunto más que arreglar: su mujer. Fue hacia ella, decidido a volar de este planeta a la indecente fémina, la miro, mientras ella lloraba enredada en esas sabanas… no había perdón para ella, violo todo sentimiento en él –maldita hija de puta, regalada de mierda, mujer templada, puta, puta, putaa…!- gritó hasta llevar el arma hacia ella, sin misericordia…

“De pronto, al sacar el jarrón que elegantemente adornaba la mesa, Tomas dejo caer el brillante recipiente con Dalias frescas, haciendo tronar el vidrio en el piso y alertando a todos en la casa, quienes corrieron al comedor, donde pudieron ver al niño llorar por su triste error. Tomas al ver la cara de su madre un tanto molesta, lloro y pidió perdón: “no quería hacerlo mamá, yo no quería echar a perder la navidad, soy un tonto mamita, perdóname…” Su madre, conmovida por la escena, levanto al niño le dijo: “Tomas, mi niño no te preocupes, todo tiene solución, además que tu no echaste a perder la navidad, tranquilo. Te perdono mi cielo, porque de eso se trata la navidad Tomas, de perdonar…”

-Maldita hija de puta, regalada de mierda, mujer templada, puta, puta, puta! Que Dios te perdone, imbécil - y tratando de no ver, volvió sus ojos a ese rostro, desmoralizado por el acto, pero aun era ella, la que amaba. La tomo de los cabellos y la azotó tres veces contra la pared, la arrastró por el piso y la tiró por la puerta, hacia el pasillo. Jamás la volvió a ver, solo ahora que la recordaba, junto a Tomas y una botella de pisco que encontró cerca, mientras pensaba en el perdón, en la navidad... “¿navidad?”……y se rió como un insano, recordando que tomo al árbol desde las patas y lo arrastro al closet, encerrando cualquier esperanza de paz y ternura. Quizás ahí estaba Tomas, en el closet junto al árbol, quizás no se dio cuenta que castigo a Tomas junto al árbol, arrebatándoselo a su madre “¿quien chucha le mando a tomar el jarrón al pendejo?” dijo, ebrio, atragantándose con largos sorbos de pisco. Borracho se puso de pie, tratando de no caer y divisó sobre la mesa el arma aun cargada, la tomó y decidido a dar castigo a Tomas lo busco por todo el departamento, amenazándolo: “pendejo de mierda, ven por tu regalo de navidad, cabro chico hijo de la puta madre que te dio la vida… venga mijito…” mientras reía, pateó las puertas hasta llegar al dormitorio matrimonial, donde la escena se mantenía retenida en el tiempo, aunque los personajes ya no existían. De miedo y de ira lloró hasta gritar de espanto, solo dio vueltas por la pieza aleteando como si quisiera espantar fantasmas de otra época, quizás de aquella llena de felicidad. Cayó como un saco en el piso, frente al espejo quebrado. Miro su rostro en los pequeños pedazos y lo vio claramente, si… estaba claro que el del reflejo era Tomas y poniendo el arma en su propia sien, lo miro y le dijo: “anda a acostarte hueón, estas castigado” apretó el gatillo, ya no había mas historia que esa…

“…y en la noche, al acostarse, Tomas se dio cuanta que había aprendido la lección mas grande de su vida, el verdadero sentimiento de la navidad. Tomo con fuerzas la almohada, abrazando su nueva lección, llenando sus ojitos de anhelos y se quedo dormido. Durmió tranquilo, como si fuera la primera vez que dormía en su vida”

La bestia al final de la deseperación (Agonía vertical)

Querida Patricia:
La verdad que se me hace muy difícil escribir esto, hace tiempo solo tengo bellas palabras para ti y hermosos recuerdos que me has entregado, pero creo que es la hora de decirte la verdad, por mas fea que sea, por lo mismo te pido disculpas por estas palabras.

Me tomo mucho tiempo pensar esta determinación, (bueno tu ya sabes cual, posiblemente me estas viendo colgar como un péndulo, al final de esta soga que acaba con lo vital y me amarra a la muerte) pero creeme que fue mas largo el tiempo de agonía que el tiempo que me bastó para morir de esta manera. Y fueron años de perturbación, autodestrucción y dolor... si mucho dolor, heridas que se llevan por dentro, muy profundamente en mi cuerpo, por detrás de todos mis órganos, en cada rincón de este abollado cuerpo que descansa verticalmente en el aire, horizontal para el tiempo que me entierren. No solo fue la desesperación la que me mato, fue el mundo, la gente.... si, esta gente de la puta madre, poniendo sus manos en mi grueso cuello, asfixiándome con cada mirada, cada palabra. Nunca estuve preparado para aguantarlos, ni siquiera el olor del resto, creo que fue el error de mi madre quien me mantuvo muy cerca de ella, claro que ahora que lo pienso solo me protegió, ella debió saber que solo querían carne para su caldero.... yo era perfecto para aquello.
Ya no aguanto mas, ni un instante mas, pude soportar durante todos este tiempo junto a ti, pero yo no quiero hundirte en este vació que soy yo, no lo mereces, no mereces arrastrarme por lugares donde no quiero estar, yo creo que serás feliz sin mi, soy solo una mancha en tu mejor vestido.

Hoy cuando desperté sentí que el aire tenía un olor diferente. Después de la primera taza de café, a las 12 del día, me senté a preguntarme sobre Jesús y su muerte, en el martirio de su vida pues quien demonios me dice que no quería suicidarse ¿y si él no quería ese propósito que le impusieron? quizás él quería ser un carpintero mas, casarse y morir, pero ese gran Dios, el cual creo al hombre a su imagen y semejanza por consecuencia de su frustración de ser omnipotente y no normal, decidió que su propio hijo experimentara algo tan mortal como morir.... ¿quien me dice que es ese mismo Dios quien me puso este castigo de vida? Dios, aun cuando quisiera, no podría darse muerte y ejercitar ese privilegio que concedió al hombre en medio de tantos sufrimientos de la vida.

Alguna vez dije, en un delirio de positividad, que la muerte tendría que tener mi complicidad para llevarme; ahora soy cómplice de mi propia muerte

Querida amada: Cuando se ha perdido todo en la vida, cuando el hombre solo ha mutado a ser un insípido y escuálido ser insignificante, cuando la esperanza es una ácida y obstinada mujer que se nos vuelve difícil de conquistar, cuando la vida solo se ha vuelto una calamidad; la muerte es un deber. Creo que la mejor manera que tengo para desafiar a esta tormenta es la muerte y tengo el poder de poner fin a mi vida y apaciguar esta calamidad. Pero no pienses que mi acto solo fue un motivo de destrucción de mí ser, tómalo como dice Artaud: Si me suicido no será para destruirme, pero sí para ponerme otra vez atrás.

Te amo en lo mas profunde de mi ser, eso ni la muerte podrá quitarme. Debes cuidarte mucho y no te preocupes por mi ausencia física, pues yo estaré siempre que me recuerdes.

Cuídate mucho, no le digan nada a mi madre, si pregunta solo díganle que me fui a un largo viaje y probablemente no regresaré.

Te amo, fuiste y serás increíble. Adiós

Iván
p.s.: Cuida mucho a Bruno, sácalo a pasear, dale sus dos comidas y tápalo en las noches.
p.s.1: dile a mis íntimos que en el final de mi vida, los recuerdos de ellos me acompañan.

Si decide suicidarse... esta bien, pero ¿Tiene su Epitafio listo?


Para algunos que no tienen la cabeza para epitafios, solo para volarsela con un balazo y aquellos que la cabeza solo le sirve para que la cuerda se detenga y no se salga, aqui les entrego una lista de Epitafios para su muerte y también algunas invitaciones para su funeral. Suicidarse no debe ser una cosa tan grave y melodramática, siempre esta el lado cómico de la situación. Para aquellos que hicieron de su vida un chiste existencial, aqui les va la ultima broma (claro, después de su muerte):

Te dije que estaba enfermo
Deberías haberme llamado
Sorpresa, Sorpresa, Sorpresa!!!!
No se reciben cobradores
No pise el pasto
Tenga un buen día
Hola mamá!
Tiene un fósforo?
Estoy aquí abajo!
Esta oscuro aquí
Podrías prender la calefacción?
Quién apago las luces?
No puedo respirar
No me llames gallina
No me llames perdedor
Trata de sacarme plata ahora
Gracias por los recuerdos
No molestar
Fui osado
Qué es lo que huele mal?
Ya estoy separado?
Apuesto que nunca pensaste que lo haría!
Por favor, aleje a su perro de mi lápida
Llamar a la ambulancia fue un poco tarde
Este no es el ataúd que yo quería!
Gracias amor
Devolver al remitente
Ni siquiera lo sentí!
Prohibido rayar
Sabe donde esta su hijo ahora?
Mis deudas terminaron aquí
Mi teléfono celular es....
Si solo tuviera mi cerebro
No me pasen ninguna llamada, por favor
Gracias por NADA
Diviértanse con mis cosas
Prohibido excavar
Lo único que deseo es haberlo hecho antes
No fue gran cosa
No es necesario preocuparse por mí
Gracias por la fiesta
Fuera de aquí !
Odio los gusanos
Estarán mis cuentas pagadas?
Ud. está parado sobre mi
Ohhh, eso fue inteligente !

Bizet es un pájaro de la noche

Fui por todo el parque pisando cada poza de agua que la lluvia rencorosa dejo caer ese dia, la ciudad estaba húmeda, por la excitación de una inesperada amante suave que caía en sus urbanos brazos, la respiración de la tierra se hacia trémula e inestable. El aire está tibio... va a llover nuevamente, en ti y en mi. En todos.

"...Nooo, si viera usted como la gente corría mojada, oiga... hace rato que no llovía así" me afirma la vieja angustiosa del almacén donde pasé a comprar un triste y seco cigarro. No fumo, es la verdad, pero esa noche me lo pidió, tú me lo pediste, me lo gritaste en la mente, sin hablar... sin que estuvieras aquí, conmigo.

Es la angustia, y con eso justifico el hecho, el acto. Y lo prendo, aspiro, boto, y recuerdo las veces que te pedí que lo apagaras, siento el sabor malísimo en mi boca, y viajo a la tuya, con los ojos cerrados. Los abro y estoy fumando en un bar con amigos... pero ¿quienes son ellos de verdad? estos no son mis amigos, ellos en silencio me miran, no se si se preguntan que hago yo, una extraña sentada con ellos, pero veo que siguen mirando y uno se para, saca su chaqueta y me tapa... estaba desnuda.

¿Dónde está mi ropa, dónde?, ¿dónde está.... mi piel? me la toco y no está ahí, no la siento, no la veo, esto no es piel, es escama y me seco.... si, me seco. ¡Agua, necesito agua! y corro a la calle buscando mis pozas de agua, debo zambullirme, tengo que nadar... si no muero, si no que será de la aventura de este pez, mas pescado que pez... ¿pero qué pasa? el suelo esta seco, seco como yo, como la atenuante sombra que soy, como la aspiración de algo que no es, que nada... nada, para ser algo.

¿Qué suena? Carmen! la dulce gitana que baila en mi alma. Te siento danzar en mi pecho, cantas en mi oído Carmen... grítamelo! eso, dímelo fuerte! L'amour est un oiseau rebelle, que nul ne peut apprivoiser... tan rebelde, tan indómito, como tu, porque te miro y estas tendido en mi cama, duermes como un niño cansado, de amarme y amarme esta noche... yo me hundo en tu pecho, quiero oír tu corazón, tu Aria divina de la Vida, pero solo logro escuchar la Opera, y a Carmen..... te alejas, ¿Dónde vas...?... duermo.

Y despierto, en una plaza, cerca de tu casa, cierro el libro añejo que me prestaste, suspiro y me siento idiota; mientras veo a un viejo grande, siniestro, que me mira desde una penumbra, es casi pájaro y negro, grandes lentes, demasiado perverso, demasiado obsceno en la noche. Pide horrores, lleva deformidad, entra en un café con alguien de similares características, miedo y pasión. Los miro, discuten. Hay algo raro, cae una gota... parece que comenzara a llover; mejor será ir a tu casa, a verte.

¿Y Tamara?



Era una tarde oscura, fria.
En la pequeña, pero no recatada iglesia, era la misa de las 8, pero con un sazón diferente. Ya no era tan solo escuchar la mecánica misa del cura que, tratando convencer a los ya convencidos, disparaba ciegos dardos en forma de crucificción... era un funeral, tu funeral. Fragantes flores adornaban la chata casa del Señor, llenando el lugar a santidad y muerte, ordenadas en coronas alrededor de ese sólido bunker de madera con manillas enchapadas que ahora la rodeaban. Calas, Lirios blancos, Claveles jaspeados, ilusiones y esa fauna floral típica de cementerio, acompañaban a los muy destruídos, a los casi resignados, a los que cumplían, a los que se ponían al dia con sus últimos quehaceres y las típicas viejas que, llegadas a esa edad, ven en las misas un suculento banquete de pan y vino, de culpa y perdon.

Recuerdo haber visto a todos tus familiares, incluso aquella hermana tuya que llegó ponposa, cual viuda de cine, haciendo alarde de su dolor y de tu partida, y eso que nosotros dos

sabemos que mentía.... oh, claro que mentía, pero alguien debía poner esa cuota de aquello que solo ella sabe dar. Tu madre en cambio, muy curtida por los años ya, estaba quieta, con esa quietud comparable con la del frío yeso de la Virgen Maria o la de San Expedito. No lloró, tenía los ojos pegados en no se qué, quieta siempre.... pensé que pensaba en ti, en tus largas trenzas de niña, en tus abnegadas pataletas de las 3 de la tarde.... en algo, pero solo miraba, quise saludarla, darle un vació pésame lleno de nada y aire, pero me di cuenta que no sabía que estaba pasando, no sabía que hacia ahi, no sabía que era tu último descanso.

Mucha gente estaba sentada en las bancas de madera clara, algunos parados.... y el cura, ese mecánico cura que los deleitó con la gimnasia "apostolar" típica del culto, sentados, nos ponemos de pie, sentados, de pie, cantemos al señor, sentados, oremos.....

Tus amigos diluían su pena y angustia en conversaciones de oficina y en lo que hizo Juan Jara, Gonzalo Gonzales, Pedro Perez....... tu hijo eso si, parecía el mas destruído, estaba mas presente que todos, con sus ojos... tus ojos. No paró de llorar.... y el cura que preguntaba ¿ y Tamara?, ¿ que espera el alma de Tamara de nosotros? ¿Acaso estará mirandonos feliz en la dicha de la muerte eterna, en el lecho del Padre? .....

Una silueta negra ilegible se ve en el fondo de la iglesia, no quiere entrar, se mantiene estre la línea que divide la calle con la capilla, el mundo con lo divino, lo real con esta fantasia. No se ve quien es, pero no entra, y mira atentamente......



¿Y será verdad? ¿ Será verdad que nosotros como seres humanos nos aferramos a lo material, tanto asi que cuando morimos extrañamos los cuerpos de los caídos en el sueño profundo de la muerte? por que para mi aún estas aqui, no tengo por que llorarte Tamara, siento tu presencia, pero veo tu cuerpo frio y siento que estas mas ausente contigo y mas presente conmigo, y quizas con todos Tamara..... estas en la segunda fila de esta iglesia, con un vestidito bello, tu regalón comprado en esa tarde calurosa en Mendoza, cuando astiados de un cremoso helado, chocaste con una vitrina y lo viste -dime que si, dime que si...- suplicaste por el trozo de sedita verde lechuga con tul -... y te juro que seré la mujer mas feliz del muuundo!. Y aun te creo, aun creo que eres feliz con tu vestido, nunca dejaste de ocuparlo, incluso este dia. Luces increible.

Ahora el tedioso curita se acerca al microfono, traigan su ataud, por favor. Una fila de ansiosos por tocarte sacan solemenemente tus flores y tu bunker, yo los miro, no tengo por que acercarme para tocarte, pues estuviste en lo profundo conmigo. Siempre en mi piel, tanto asi, que aun siento como me tomas la mano y como suda la mia con la presion que aplicas. Todos juntos llevan tu cuerpo no marchito pero si impávido, hacia el centro de la capilla.... y te rezan, como a una Virgen, como a la mas bella de las Virgenes, aquella que yo ensucié y que corrompí con mi profundo amor y deseo, y no puedo dejar de rezarte, te rezo Tamara, porque eres la salvación para esta pérdida, eres la pura dicha entre los perdidos en la vida, eres mi palabra, te rezo y no ese interminable rosario plagado de avemarias y padrenuestros que hace el cura repetir 1, 2, 3, 4, 5, 6....15, 16, 17.... casi veinte veces.

...Y entre Dios te salve María llena eres de gracia el Señor es contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús comienza un trance loco entre la gente que reza, todos lloran, y no los comprendo Tamara, si tu estas ahi, rezándonos.... Santa María, madre de Dios ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte amen... y se persinan para volver a repetir. Tu madre se ha parado de esta quietud en la cual tus hermanos la tenían.... ¿y Tamara? - pregunta la pobre vieja - ¿Tamara no vino al funeral?